Hace tres meses, Rusia anunció que comenzaba la producción masiva de su vacuna nacional contra el coronavirus, la Sputnik V. Según el propio Vladímir Putin, tiene una efectividad del 92%, fue probada en 16.000 personas y ninguna de ellas presentó efectos adversos.
A pesar de que fue puesta en duda y no recibió autorización de organismos científicos occidentales, el Estado judío estudia la posibilidad de adquirir miles de dosis. Según un informe periodístico, la razón de la transacción no sería por cuestiones sanitarias, sino más bien políticas y diplomáticas.

Las relaciones con Moscú son de gran importancia geopolítica para Jerusalem, por lo que Benjamín Netanyahu cree que debe manifestar interés en la vacuna rusa. Con la derrota de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, las relaciones con otros líderes mundiales se volvieron prioridad para el primer ministro.
Sin embargo, desde el Ministerio de Salud destacaron que, por el momento, las dosis permanecerán almacenadas en depósitos y que no serán administradas a la población. “No le administraremos la vacuna a los israelíes, no los pondremos en peligro”, indicaron.
Según un comunicado publicado este miércoles por los desarrolladores de la Sputnik V, los resultados preliminares de la última fase de pruebas clínicas de la misma sugieren que tiene una efectividad del 92%. La estimación se basa en datos preliminares de un ensayo clínico en el que participan 40.000 voluntarios, de los cuales 16.000 ya han recibido las dos dosis.
Más específicamente, fue “calculada con base en los 20 casos confirmados de COVID-19 divididos entre individuos vacunados y aquellos que recibieron el placebo”, se lee en el comunicado, suscrito por el Centro Gamalaya de Investigación en Epidemiología y Microbiología y el Fondo Ruso de Inversión Directa.
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