Esta llamativa infografía de Visual Capitalist pone en perspectiva el tamaño del coronavirus SARS-CoV-2 que tantos problemas nos está dando.
El virus causante de la COVID-19 es más grande que otros virus de ARN, como el virus del Zika, que inicia la comparativa con un tamaño medio de 45 nanómetros. Le sigue el bacteriófago T4, responsable de infectar la bacteria E. coli. Ambos tienen apenas una fracción del tamaño del coronavirus, que mide entre 0,1 y 0,5 micrómetros y queda atrapado en las fibras de las mascarillas.
La siguiente partícula de la tabla también está de actualidad: una partícula de humo de un incendio forestal, de entre 0,4 y 0,7 micras. Pueden permanecer en el aire durante días (e incluso meses) y causar no solo problemas respiratorios, sino también problemas cardiovasculares y neurológicos.
Las partículas PM2,5, como las partículas de polvo más pequeñas, se conocen por ese nombre porque miden 2,5 micrómetros. Le siguen las famosas gotitas respiratorias que soltamos por la nariz y por la boca, con entre 5 y 10 micrómetros. Pueden contener el coronavirus en su interior, y se cree que son una de las principales fuentes de contagio de la COVID-19.
Fe de erratas: Los aerosoles, en general, pueden tener un tamaño de entre 0,002 y 100 micras. Se cree que el virus SARS-CoV-2 podría estar propagándose de forma simultánea por aerosoles de tamaño superior a 5 micras (transmisión por gotas) y de tamaño inferior a 5 micras (transmisión aérea por núcleos de gota).
Los glóbulos rojos de la sangre miden entre 7 y 8 micrómetros (mucho menos que los glóbulos blancos o leucocitos, de 25 micras). Las partículas de polvo PM10 miden 10 micrómetros, justo el límite de lo visible para el ojo humano, y un grano de polen, de esos que causan alergia, mide 15 micrómetros.
Entre las partículas más grandes de la infografía están el grano de sal (60 micrómetros), el grano de arena fina (90 micras) y el cabello humano (entre 50 y 180 micrones). No solo son perfectamente visibles a simple vista, sino lo suficientemente grandes para que nuestro cuerpo los bloquee antes de que lleguen al tracto respiratorio, atrapándolos en la nariz y la garganta para que no ingresen en los pulmones. Aun así, los más pequeños podrían acabar dentro, como ocurre con las partículas que miden menos de 10 micrómetros.
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