La catastrófica erupción del volcán Laki en 1783 cambió el mundo para siempre
En su libro Desastres: cómo las grandes catástrofes moldean nuestra historia, la sismóloga Lucy Jones describe la erupción del volcán Laki de 1783 como “el desastre natural más mortífero de la historia de la humanidad”. El Laki, una fisura volcánica situada al sur de Islandia, estalló cuando la isla apenas tenía cincuenta mil habitantes, pero sus víctimas mortales se cuentan por millones.
Jones, una autoridad en temas de seguridad sísmica en California, cree que la erupción del Laki, o más bien la hambruna que la erupción causó en Europa, fue un factor determinante en el desencadenamiento de la Revolución Francesa.
Así fue como un volcán en un rincón remoto del Atlántico Norte cambió el mundo para siempre. Así fue la mayor catástrofe de la historia.
Un país entero sobre un punto caliente

Foto: peterhartree / CC BY-SA 2.0
Cada uno de los cien mil kilómetros cuadrados que constituyen la República de Islandia son el resultado de una erupción volcánica. El país entero es un volcán enorme y activo, que empezó a formarse hace apenas 13,5 millones de años.
Como explica Lucy Jones en su libro, los volcanes surgen en tres posibles entornos tectónicos: 1) El fondo del mar, donde se forman las dorsales mediooceánicas, puntos en los que las grandes placas tectónicas se separan, dejando salir el magma caliente del manto terrestre y dando lugar a nueva corteza oceánica. Esta es la razón por la que los continentes a ambos lados del océano se distancian. 2) Las zonas de subducción, donde dos placas tectónicas chocan y una acaba debajo de la otra, fundiéndose por efecto de la presión hasta elevarse por el borde superior. Este es el origen del monte Vesubio, que provocó la destrucción de Pompeya, o de los volcanes del Cinturón de Fuego del Pacífico, como los de Chile y Japón. 3) Los puntos calientes, lugares donde el manto terrestre alcanza temperaturas especialmente altas por una hipotética conducción de calor desde el núcleo de la Tierra, lo que hace que el manto se eleve, sin importar lo que tenga encima, y alimente de magma la corteza.
Hawái, Yellowstone, las Galápagos, isla Reunión o Islandia son ejemplos de volcanes que se encuentran sobre puntos calientes. Islandia existe porque un punto caliente hace que el magma salga a la superficie en una cantidad mucho mayor que en el resto de la dorsal mesoatlántica, sobre la que se encuentra.
Los granjeros que se burlaron de la ira de los dioses

Ilustración: Johan Peter Raadsig
Se cree que los primeros habitantes de Islandia fueron monjes ermitaños provenientes de Irlanda o Escocia. Llegaron en el siglo VIII d. C. cuando la isla era un paraíso deshabitado, pero lleno de vegetación, pájaros y mamíferos marinos, con un único mamífero terrestre: el zorro ártico. Según la tradición irlandesa, san Brandán el Navegante llamó Tila a aquella isla remota donde cayó sobre él “una lluvia de rocas pestilentes”.
Los vikingos llegaron a Islandia desde Noruega a mediados del siglo IX, encontrándose con los ermitaños cerca de un valle de la costa del sureste que llamaron Kirkjubæjar, “Granja Iglesia”. Los cuñados Ingólfur Arnarson y Hjörleifur Hródmarsson, los Rómulo y Remo islandeses, figuran como los primeros pobladores escandinavos de Islandia en el Landnámabók, un antiguo manuscrito que se considera el mito fundacional de Islandia. Ingólfur se estableció en Reikiavik, “Bahía Humeante”, mientras que Hjörleifur quiso asentarse cerca de Kirkjubæjar, donde fue asesinado por los irlandeses (y luego vengado por Ingólfur, quien le había jurado lealtad).
La colonización de Islandia se completó entre los años 874 y 930 d. C. Participaron diez mil noruegos y sus esclavos celtas, que acabaron independizándose del rey de Noruega y creando una especie de democracia temprana con su propio parlamento, el Alþingi. Sin embargo, no levantaron ciudades ni pueblos, sino que se distribuyeron en granjas, muchas de ellas construidas alrededor de las fuentes termales creadas por los volcanes para que el vapor calentara sus casas.
Desde entonces, las erupciones, y especialmente las inundaciones de lava, forman parte de la vida de los islandeses. Se sabe que la erupción del volcán Eldgjá en el siglo X está relacionada con la conversión de Islandia al cristianismo. Relata Jones que, por entonces, la isla estaba dividida entre los partidarios del paganismo escandinavo y los conversos al cristianismo, pero en el verano del año 1000, mientras el Alþingi debatía si el país entero debía convertirse a la religión cristiana, apareció un jinete para anunciar ante la asamblea que se había producido una erupción volcánica.
Algunos argumentaron que el debate había provocado la ira de los dioses de la tierra y, por lo tanto, estaba probado que debían rechazar el cristianismo. Snorri Goði, el líder de Islandia occidental, repuso: “¿y qué causó la ira de los dioses cuando explotó la roca en la que estamos sentados?”. Cuando las risas cesaron, la asamblea votó a favor del cristianismo.
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